José Luis Regalado
Vemos continuamente que lo malo es cuando se pasa de una crítica constructiva o una opinión valedera, a generar con estas críticas la ideologización de los temas y con las mismas atacar en forma indiscriminada utilizando motivos ajenos a la problemática o políticos irrelevantes. La ley de humedales es una de las leyes que despertó un interés muy grande en las Ong que defienden a estos, pero sumo preocupación en sectores productivos y habitantes de los mismos. Hay quienes están a favor de una ley dura con un largo listado de prohibiciones, que seguramente son en su mayoría quienes no los habitan y lo viven solo por imágenes y otros que ven a esta como un ataque al delta, privando a este de sustentabilidad atacando a quienes producen en el mismo. El balance y la cordura es lo que tiene que primar cuando hay tantos intereses contrapuestos, vidas de lugareños en juego y capitales productivos, muchos de décadas, no se debe usar una ley como arma de castigo por quienes mezclan las denuncias y politizan ideologizando las mismas. No estamos en contra de una ley de humedales que contemple la sustentabilidad del mismo y no expulse a los isleños. Montados en la defensa de la ecología algunos usan todo elemento al alcance para sacar un rédito político o un posicionamiento desacreditando, desvirtuando y desviando una discusión de fondo sobre una ley, como dije, debe contemplar la vida en los humedales de su flora y su fauna, pero ver la sustentabilidad y el equilibrio de estos para no expulsar a los isleños quitando las fuentes de trabajo, muchas heredadas por generaciones. Diques, terraplenes y caminos aparecen como vocablos que generan miedo, pero fueron por años los que le dieron al delta la sustentabilidad que hoy tiene. Sabemos que el cerrado de causes y la construcción de estos elementos en los humedales en forma indiscriminada ocasiona un grave daño. Hoy vemos una innumerable cantidad de defensas y obras a realizar sobre la cuenca del Rio Uruguay, en Concordia, ampliando la de Concepción o como la realizada en Gualeguay donde se dio el lujo hidráulica de cambiar en parte el curso del rio que lleva su nombre. No vemos la misma insistencia y ataque a estas como lo hacen acá con un emprendimiento privado de un barrio náutico. Hace varias décadas que existen endicamientos de miles de Hectáreas, entre ellos Papel Prensa, el de la ex Celulosa y varios más en Villa Paranacito donde funcionan emprendimientos productivos, de mayor superficie, sostén de innumerables familias isleñas, que no veo sean atacados con la misma saña por estos pseudodefensores ecologistas. No veo cómo podemos responsabilizar a este emprendimiento privado de no más de 10 Km2 el 0.2 % de la superficie del departamento, no endicadas en la costa del Aº Sagastume con la inundación de toda la superficie del noveno departamento en extensión como es el de Islas del Ibicuy con 4.500 Km2 . Nada se dice de la ruta sin puentes ni alcantarillas a la vera del emprendimiento tan cuestionado. Como dije tampoco nadie vio el taponamiento del alcantarillado de la ruta 12 producido por un socio de la sociedad Rural en la última creciente. Del que hoy nadie habla y aun taponado. Tampoco del emprendimiento de unos de los referentes de esta entidad, hoy denunciante cuando se benefició por años de endicamientos defendiendo sus emprendimientos productivos y aun sostiene en contra de los principios que hoy dice sostener. Tampoco se comenta de muchos de los pequeños y medianos endicamientos de los socios de las entidades a la que pertenecen muchos que sostuvieron a varias familias de trabajadores en las inundaciones sufridas. Por eso existen intereses, económicos, ideológicos y algunos personales en los continuos ataques, de individualistas exacerbados sin ninguna clase de sostén comunitario como quieren hacer notar en alguna nota. Siempre dije y sostengo y me pregunto ¿Que quiere la comunidad isleña? Un delta sustentable con un estudio hidráulico serio resolviendo en forma conjunta nuestro futuro o dejar que unos pocos decidan por nosotros con una catarata de denuncias constantes, donde se mezclan problemáticas reales con ficción, confundiendo a quienes desconocen la verdadera realidad que vive el pueblo isleño, habitante de los Humedales. Estos detractores continuos se embanderan con cualquier lucha y dicen tener representación de la comunidad, nadie en la isla quiere ser representado por quienes hacen uso de la descalificación continua y se aprovechan de las distintas situaciones que viven los isleños para usufructuar con esto tratando de lograr un posicionamientos que con otras actitudes basadas en principios valorativos no logran hacerlo.